Es útil documentarse sobre la ruta que a realizar y elaborar un calendario previo, conocer de antemano los pueblos a visitar, sus tradiciones, las comarcas y el paisaje; es gratificante y hará más provechoso el viaje. Es muy recomendable acudir a una Asociación de Amigos del Camino de Santiago, en España hay más de 50 repartidas en casi todas las provincias, cuyos socios aportan desinteresadamente información y consejos. En sus sedes se puede adquirir la credencial, documento que sirve de salvoconducto e incluye unas casillas que se deben sellar al menos una vez al día, ya sea en el albergue, en un establecimiento o en una iglesia. Es indispensable llevarla si se desea pernoctar en los albergues de peregrinos públicos y en algunos privados. Una vez en la Oficina del Peregrino de Santiago sirve para atestiguar que se ha realizado la peregrinación y obtener la Compostelana.
El pie del peregrino descubre todas las superficies posibles: asfalto, hormigón, zahorra de pistas agrícolas, gravilla, suelos terrizos, arcillosos o calizos, etc. Esto origina serias dudas en la elección del calzado que mejor se adapte a todas y cada una de las superficies. Se necesita un calzado ni muy ligero ni muy pesado, flexible y que aporte buena estabilidad. Estas características las reúnen las zapatillas de trekking y el calzado trail running que utilizan los corredores de montaña. Ambas son más ligeras que las botas de senderismo y aportan mayor flexibilidad y amortiguación. La suela es más resistente y soporta mejor los impactos y el peso de la mochila que la de una zapatilla de atletismo convencional.
El tejido impermeable y transpirable Gore-Tex evitará que se moje el pie y evacuará el sudor al exterior. Las botas de montaña protegen mejor los tobillos y los posibles impactos de las piedras pero son más pesadas, recalientan más el pie y son muy incómodas sobre el asfalto. La experiencia aconseja probar primero con zapatillas de trekking o trail running.
Merece la pena gastar dinero en una buena mochila. Es el caparazón del peregrino, la casa que lleva a cuestas. Su capacidad debería rondar entre los 40 y 50 litros. Cuanto más grande sea más pesará en vacío y más la llenaremos. Una vez llena no debería superar el 10% del peso del caminante que la porte. Por ejemplo, una persona de 70 kilos deberá cargar una mochila de entre 7 u 8 kilos. Todo el peso que rebase esta cifra pasará factura en forma de sobrecargas o contracturas musculares. Sus costuras deben ser fuertes, las hombreras acolchadas, con refuerzo lumbar y correas ajustables para la cintura y el pecho. Debe contar con un sistema que permita su regulación según la altura de cada usuario. No hay que ir a la moda de los escolares y es fundamental ajustar las correas de forma que el peso descanse sobre la espalda y no tire de los hombros. La funda impermeable es imprescindible para cubrirla en días de lluvia. Muchas ya la traen pero algunas no cumplen bien su función y calan rápido, así que a veces interesa comprar una aparte más resistente.
Llevar lo indispensable aparte de la ropa que se lleve puesta. Éste podría ser el equipaje para el verano:
-Una cantimplora de un litro o una Camelbak de la misma capacidad.
-Un par de bastones de trekking, si se está acostumbrado a llevarlos, o el clásico bordón.
-Dos o tres mudas.
-Dos pares de calcetines cortos de senderismo fabricados en poliéster.
-Un par de camisetas de poliéster, una de manga corta y otra de manga larga (nunca de algodón, ya que no transpiran y tardan en secar).
-Pantalones cortos de senderismo.
-Una sudadera y una chaqueta ligera que sea impermeable.
-Un poncho con cubre mochila que sea transpirable. El inconveniente es que suelen pesar unos 400 gramos.
-Una visera o sombrero.
-Una toalla de microfibras. Están fabricadas en poliéster y poliamida y se secan con rapidez. Se pueden encontrar en tiendas deportivas.
-Chanclas para la ducha.
-Un cepillo y pasta de dientes. Gel y champú para el aseo y una pastilla de jabón para lavar la ropa y, para quien lo necesite, unas cuchillas o maquinilla de afeitar.
-Pequeño botiquín con aspirinas o ibuprofeno, crema solar de alta protección, tiritas, yodo y agujas esterilizadas para pinchar las ampollas. Son muy recomendables las cremas anti rozaduras para el pie y para el cuerpo. Si se hace el Camino en compañía lo más sensato es llevar un botiquín conjunto y repartir el peso.
-Gafas de sol.
-Una linterna frontal.
-El DNI, la Tarjeta Sanitaria, una tarjeta de crédito y la credencial del peregrino.
-Una navaja. También imperdibles y varias pinzas, muy útiles para secar la ropa durante o al final de la etapa.
-El móvil, una cámara de fotos (si queremos más calidad) y sus cargadores.
Y para los meses más fríos basta con que los calcetines, las camisetas y los pantalones sean de invierno. También hay que llevar un gorro, una braga y unos guantes. Se debe sustituir la chaqueta ligera por un cortavientos impermeable. Ésta es la parte del equipo más cara pero merece la pena invertir el dinero en ropa de calidad. Unas mallas de fibra polar para llevar debajo de los pantalones e incluso para dormir no están de más. En invierno se recomienda llevar el sistema de capas: como primera capa una camiseta interior térmica muy transpirable; de segunda una camiseta técnica de manga larga y por último el cortavientos. Mochila a cuestas, bordón en mano y a caminar.
Realizar una preparación física previa, teniendo en cuenta que debe planificar las etapas en función de sus posibilidades físicas, dosificando el esfuerzo y haciendo descansos más o menos frecuentes o largos dependiendo de las características físicas de cada uno. No conviene llegar nunca al límite de nuestras fuerzas. Evitar la exposición solar directa en la cabeza en prevención de insolación, golpe de calor, etc., protegiéndose con gorras o sombreros. Para evitar quemaduras solares o deshidratación por sudoración excesiva, es aconsejable evitar recorridos en las horas de máxima intensidad de luz solar (mediodía), realizar exposiciones progresivas (sobre todo si se procede de climas distintos) y utilizar cremas de protección con filtros solares y cremas hidratantes, así como gafas solares con protección contra la radiación ultravioleta. Llevar casco y chaleco con luminosidad para los peregrinos que viajen en bicicleta.
Consumir agua embotellada o agua potable de un abastecimiento público; no se debe consumir agua de arroyos, ríos, manantiales o fuentes de cuya potabilidad no estemos seguros. Para prevenir deshidrataciones se recomienda una ingestión mínima diaria de 2 litros de agua. Existen en el mercado bebidas isotónicas cuya composición en sales de sodio y potasio pueden ayudar a un adulto sano. Realizar de 4 a 5 ingestiones diarias con alimentos frescos en lugar de realizar una única comida al día de más cantidad. Las frutas, verduras y hortalizas se deben lavar bien con agua potable. En caso de transportar alimentos cocinados o preparados horas antes, asegurarse de su correcta conservación. La ducha diaria, con un correcto secado, aparte de asegurar una higiene personal adecuada, es muy recomendable para el descanso y para prevenir maceraciones y micosis. No se debe compartir los elementos personales de aseo, tales como maquinillas o pinzas de depilar. Es fundamental el cuidado de los pies con el fin de prevenir las ampollas; para ello emplearemos calcetines de algodón, siempre limpios, secos y bien colocados para evitar rozaduras.